"No es necesario
creer en Dios para ser una buena persona. En cierta forma, la idea tradicional
de Dios no está actualizada. Uno puede ser espiritual pero no religioso. No es
necesario ir la Iglesia y dar dinero. Para muchos, la naturaleza puede ser una
Iglesia. Algunas de las mejores personas de la historia no creían en Dios,
mientras que muchos de los peores actos se hicieron en su nombre".
A este párrafo, atribuido al Papa Francisco, se lo presenta
como una "frase entera", una "unidad de sentido",
pronunciada o escrita de corrido. No la es. No forma parte, así como se la
presenta, de ningún escrito ni catequesis oral del papa. Ninguna de las frases
inconexas que conforman el párrafo apócrifo es incorrecta, entendida en un
determinado contexto, pero así hilvanadas adquieren un nsentido que va en
dirección opuesta a la enseñanza de este pontífice, le guste a quien le guste. Analicémoslas
una a una:
"No es necesario
creer en Dios para ser una buena persona".
No encuentro en ningún lado una cita papal con estas
palabras, aunque hay un párrafo de la carta que Francisco escribe a Eugenio
Scalfari, fundador y director del diario italiano La Repubblica, intelectual de
izquierda y ateo convencido, un no creyente con quien el papa estableció un diálogo
honesto y rico, del cual se podría entresacar esta conclusión, aunque el papa
va mucho más lejos. El papa le dice a Scalfari:
"En primer lugar, me pregunta si el Dios de los
cristianos perdona a quien no cree o no busca la fe. Considerando que -y es la cuestión fundamental- la misericordia de Dios no tiene límites si
nos dirigimos a Él con corazón sincero y contrito, la cuestión para quien no
cree en Dios radica en obedecer a la propia conciencia. Escucharla y obedecerla
significa tomar una decisión frente a aquello que se percibe como bien o como
mal. Y en esta decisión se juega la bondad o la maldad de nuestro actuar".
De cualquier forma, la frase "No es necesario creer en
Dios para ser una buena persona" es una frase que refleja una realidad, ya
reconocida implícitamente por el Concilio Vaticano II, en el N° 16 de la
Constitución Apostólica Lumen Gentium, que dice, respecto de los no creyentes:
"Pues los que inculpablemente desconocen el Evangelio de Cristo y su
Iglesia, y buscan con sinceridad a Dios, y se esfuerzan bajo el influjo de la
gracia en cumplir con las obras de su voluntad, conocida por el dictamen de la
conciencia, pueden conseguir la salvación eterna. La divina Providencia no
niega los auxilios necesarios para la salvación a los que sin culpa por su
parte no llegaron todavía a un claro conocimiento de Dios y, sin embargo, se
esfuerzan, ayudados por la gracia divina, en conseguir una vida recta".
Creer en Dios no es necesario, ciertamente, para ser una
buena persona, porque la experiencia nos muestra a diario que hay no creyentes
buenos y malos como también hay creyentes buenos y malos. La fe sola no hace a
una buena persona, si no es perfeccionada por la caridad. La sola fe puede ser (y
de hecho en muchas oportunidades lo es) un camino individualista de salvación,
sin conexión con los demás.
Sin embargo, en el contexto de este párrafo apócrifo,
pareciera ser una invitación papal a no creer en Dios, o al menos se presenta
como una minimización de la importancia de creer en Dios, cosa que choca de
manera absoluta contra la catequesis continuada del papa, accesible en su
totalidad en el sitio web www.vatican.va.
Luego aparece una segunda frase que no he podido encontrar
en ningún discurso, catequesis o escrito papal:
"En cierta
forma, la idea tradicional de Dios no está actualizada".
Dejando salva la cuestión de que el conocimiento posible de
Dios por parte del hombre, construido a través de la revelación a lo largo de
la Historia de la Salvación y especialmente a través del Evangelio vivo de
Jesucristo ("Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo
lo quiera revelar" (Mt. 11,27) no puede adaptarse a la necesidad de un
tipo determinado de Dios que necesite la humanidad de cada época, ya que Dios
es en sí mismo, independientemente de la idea que tengamos de Él, dejando salvo
esto, repito, es cierto que a lo largo de los tiempos se ha generado en muchas
personas una imagen falsa de Dios que no responde al Padre que nos revela
Jesucristo. El Papa Juan XXIII sostenía, al convocar al Concilio, que la vieja
y eterna doctrina del Catolicismo debía ser presentada en nuevas y atrayentes
formas, de manera que mostraran todo su
sentido al hombre de hoy. La palabra "tradicional" tiene para muchos
una connotación peyorativa, aunque técnicamente significa "lo que ha sido
transmitido de generación en generación". Desde esta perspectiva, esta
frase (que insisto, no me consta que haya sido dicha por el papa Francisco ya
que no figura en los catálogos de su enseñanza) puede ser expresada así: "La
idea de Dios que nos ha sido transmitida de generación en generación con
fidelidad, debe ser expresada hoy con un lenguaje actual, comprensible a la
cultura de este siglo XXI". Desde esta perspectiva, la frase es cierta. Si
quisiera decir que hay que cambiar lo que la Iglesia ha creído y cree respecto
de Dios, entonces es falsa de toda falsedad.
La frase siguiente, pegoteada en este apócrifo, pero que
tampoco pude encontrar en el magisterio del papa Francisco, es sin embargo
cierta:
"Uno puede ser
espiritual pero no religioso".
Efectivamente, hay muchas espiritualidades que no
constituyen religión. La New Age es una de ellas. Esto es una afirmación que
describe una realidad, y hay personas con riquezas espirituales que sin embargo
no creen en un Dios trascendente, ni en la vida eterna, ni en una religión
determinada. Pero conociendo el magisterio del papa (e incluso el del cardenal
Bergoglio, como arzobispo de Buenos Aires), afirmo taxativamente que el papa
enseña continuamente la bondad de la religión, y de la vivencia de la propia
religión dentro de la comunidad, que es la Iglesia. Una vez más, el autor de
este compuesto intenta aprovechar el prestigio del Papa para hacer creer que
para el papa es lo mismo ser creyente que no serlo, es lo mismo ser religioso
que no serlo. El papa respeta y ama a todos, creyentes o no, religiosos o no. Pero
su enseñanza es clara: Cristo, el hombre-Dios, es ejemplo del hombre religioso,
y la Iglesia invita a todos los hombres a la imitación y seguimiento de Cristo.
La siguiente frase tampoco pudo ser encontrada en la catequesis
papal:
"No es necesario
ir la Iglesia y dar dinero".
Contextualizada dentro del apócrifo, y siguiendo su sentido,
pareciera querer decir que no es necesario ir a la iglesia (templo) y dar
dinero para ser buenas personas. En este aspecto, me permito discrepar al menos
parcialmente con el autor de la frase atribuida al papa: "obras son
amores, más que buenas razones", reza el refrán. Dar a los pobres, dar al
que necesita, es signo (cuando es un dar desde el corazón) de caridad, de amor.
Y es la caridad la que nos hace buenos. Si utilizo una frase como esta para
justificar mi reticencia a compartir mis bienes, entonces me convierto en lo
que creo combatir: un hipócrita. La caridad, el compartir, es la base de la
enseñanza papal, y es también una enseñanza de Cristo y de la Iglesia. Ciertamente
que no hablamos de ir al templo a depositar una limosna y "comprar" así
la salvación. Tampoco consiste la cosa en "dar dinero al cura", sino
de sostener la Iglesia, que en el caso de las parroquias no recibe dinero más
que de las colectas. Con las colectas se costean tanto las obras de caridad
parroquiales como el mantenimiento del templo, los impuestos, los servicios y (claro
está) la alimentación, vestido y necesidades de los sacerdotes. Cabe decir que
en demasiadas ocasiones los sacerdotes tienen que salir a trabajar en colegios
para solventar las necesidades parroquiales y personales que las colectas no
alcanzan a zanjar.
"Para muchos, la
naturaleza puede ser una Iglesia".
Tampoco esta frase pudo ser encontrada entre las catequesis
del papa. No obstante, es una frase que refleja una realidad, incluso para
quien esto escribe. La naturaleza refleja, en muchas ocasiones, el esplendor y
la majestad de Dios, así como su amor por sus criaturas. Y uno puede caer en
oración con facilidad en el entorno natural. De hecho, muchas veces se celebra
la Eucaristía en cumbres de montañas o lugares similares, en donde es fácil
experimentar la presencia de Dios. Pero
en el contexto del apócrifo atribuido a Francisco, y en conexión con la frase
anterior, pareciera que esta frase negara la importancia del templo, y de
acudir al templo, que entre sus muchas cosas buenas ofrece, por un lado, la
Presencia del Santísimo, en el Tabernáculo, y es además punto de encuentro de
los creyentes, asamblea, ekklesía (comunidad).
La última frase del apócrifo, huelga decirlo, tampoco fue
identificada como perteneciente al papa.
"Algunas de las
mejores personas de la historia no creían en Dios, mientras que muchos de los
peores actos se hicieron en su nombre".
Es verdad. Pero también es verdad que en nombre del ateísmo
y del desprecio de la religión se cometieron los peores genocidios, como el
holocausto nazi sobre el pueblo judío, con 6 millones de muertos; las matanzas
estalinistas de campesinos (10 millones), el genocidio del Khmer Rojo de la
Camboya de Pol Pot y otros muchos. Y algunos de los hechos monstruosos
cometidos "en nombre de Dios" en realidad fueron cometidos por otros
intereses, aunque malos creyentes se escudaron en el nombre de Dios para
cometerlos. Pero vuelvo a decir: es cierto. Muchas de las mejores personas de
la historia no creían, aunque muchas otras de las mejores personas sí creían. ¿Cuál
es el sentido de esta frase puesta aquí? Está en consonancia con el sentido de
todo el apócrifo: poner en boca del papa católico que no es necesaria la religión,
ni la fe, ni los templos, ni el culto.
Todo hombre o mujer tiene el derecho de creer o de no creer.
Y tiene también el derecho de fundamentar su creencia o no creencia.
Lo que no existe es el derecho de atribuir a ninguna persona
cosas que esta persona no dijo, ni podría haber dicho sin falsear la totalidad
de su enseñanza cotidiana.